La paridora le parte las piernas a su hijo de 16 meses

Es normal que utilicemos el termino paridora para referirnos a esta joven, pues a nuestro entender, no se puede llamar madre o padre, a quien es capaz de una atrocidad como la que se produjo estos días en el Cristo (Asturias), la maltratadora, llevo a su hijo de 16 meses a la guardería, donde detectaron que el pequeño no paraba de llorar a causa de unas lesiones en las piernas.

Fueron los responsables de dicho centro educativo, los que aconsejaron a la paridora llevar al menor a un centro hospitalario, esta, presuntamente consciente de las repercusiones que podía acarrear esto, no llevo al pequeño al centro sanitario hasta dos días después, fue entonces cuando los profesionales sanitarios activaron el protocolo para casos de violencia infantil.

Como no podía ser de otra forma, las pesquisas de la policía se centraron en el abuelo del niño y el padre del mismo ( aun cuando no vive en la misma casa), ya que, son varones y ya se sabe, ¿cómo iba a ser la progenitora fémina la causante de tal acto?, pero finalmente fue la progenitora quien fue puesta a disposición judicial, llegando a manifestar que «alguna vez, cuando el niño lloraba mucho, le había pegado para hacerlo callar, aunque nunca hasta el punto de hacerle daño. Argumentó también que las lesiones del pequeño se debían, posiblemente, a tropezones y caídas.»

Pero he aquí la cuestión, la fémina fue puesta en libertad para sorpresa de todo ciudadano de bien, al que si dejaran a la individua esta un rato a solas, lo mismo la quemaban en una pira por bruja, ¿si este asqueroso acto lo hubiera realizado el padre, estaría en libertad?, la respuesta es no, estaríamos contemplando en los medios de comunicación, como se proferían slogans en contra de los maltratadores, en defensa de las mujeres, etc.

Si de verdad queremos un país igualitario, tenemos que empezar por pedir la misma severidad policial, judicial y de repulsa para todos, independientemente de su sexo, ya está bien de criminalizar a los hombres solo por tener un apéndice sexual.

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